Francisco Barbachano
Veinticinco de diciembre y de nuevo Navidad: esa fiesta de las treguas y de gran fraternidad donde se quiere ser bueno, un ratito nada más.
Encuentros inesperados; comidas más que indigestas y un montón de agasajos para celebrar la fiesta: unos con fe verdadera y otros, tan sólo de paso.
Y entre tanto, medio mundo vive inmerso en el llanto, y la miseria y la muerte és su sustento diario. ¡Malhaya el egoísmo que permite ese agravio!
No quiero amargar la fiesta con mi ripio emocionado; son simplemente unos versos para llenar este espacio; pero, ojalá sea hoy, cuando se haga el milagro.
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