Los separatistas quizá ganarían posiciones (ahora están estancados y en franca decadencia) si en vez de convertir en calumnia cualquier comentario contrario a su religión secesionista y declarar al emisor enemigo público, reconocieran de vez en cuando que las advertencias y observaciones que se les hace no se fundamentan necesariamente en la mala fe ni en el deseo de incordiar. En general, el separatista no admite en ningún caso que puede estar equivocado, su convicción deriva hacia un radicalismo pernicioso.
Con la actitud sistemática de rechazo a todo lo que no se ajusta a sus pretensiones minoritarias, prueban que se han consolidado en la creencia de estar en posesión de la verdad absoluta y todos los demás están equivocados. Con ello proclaman una supremacía intelectual que les lleva al error por ausencia de reflexión y conocimiento selectivo.
Esa seguridad inapelable en sus convicciones surge de la falta de una información veraz. Sus dirigentes además de no entrar nunca en lo fundamental: cómo eliminar las innumerables incertidumbres, utilizan a destajo mensajes ajustados en exclusiva a un tono triunfalista que repugna a muchas sensibilidades. Sólo les animan a que asistan al pasacalle de la Meridiana. Incluso el president desdoblará su personalidad y acudirá a ese pasacalle. No se sabe que bandera enarbolará si la estatutaria o la de la estrella. Hace tiempo que en Europa no se ven manifestaciones de ese tipo, salvo en Grecia las cuales surgieron de la confusión y el desconcierto producido por un gobierno que en campaña electoral jugó con las necesidades y sentimientos de su pueblo.
Por otro lado, cualquier cosa que diga cualquier dirigente europeo relacionada sucintamente, por aquello de la no injerencia, con el tema independentista es acogida con alborozo por los separatistas al interpretar que han conseguido internacionalizar la cuestión cuando todas las acciones que han intentado para involucrar a gobiernos extranjeros han sido un auténtico y demoledor fracaso, nadie les ha escuchado. Ningún mandatario europeo visita al president ni lo recibe. La soledad del govern català es absoluta.
La señora Merkel dijo que los Tratados UE garantizan la soberanía y la integridad territorial de cada Estado. La señora Munté contestó que eso precisamente es lo que hace el Govern: respetar la democracia y la legalidad. No se encuentra en esa respuesta, por mucho que se busque, ninguna ilación a lo dicho por Merkel. Rebatir argumentos con argumentos completamente divergentes del argumento inicial es también una actitud muy común entre los separatistas. Tienen una gran facilidad para tergiversar las cosas, lo cual pudo ser útil en aquellos tiempos oscuros en los que la cultura era un lujo reservado a muy pocos.
M. Riera