Muchos catalanes dudan sobre lo que han de hacer dentro de algo menos de un mes. No saben si han de enviar o no a los separatistas al Congreso y al Senado de España. Por un lado lo ven como algo positivo porque si esa gente sale de su terruño y recorre mundo, aunque sólo sea viajar al centro por las prerrogativas del cargo, siempre cabe la posibilidad de que adquiera hábitos cosmopolitas y se dé cuenta de que su empecinamiento independentista está completamente fuera de órbita y, tal como se ha podido constatar en los últimos días, está muy mal visto en el resto del mundo. En Catalunya también está mal visto por un 65% del censo electoral.
Salvo que se aíslen o los aíslen, en las Cortes harán nuevas amistades. Hablarán, trabajarán o tomarán un café o un combinado con parlamentarios de todas las regiones autónomas y esto les abrirá horizontes hasta ahora inéditos para ellos.
Si no van con la mente blindada, pueden salir muy beneficiados de su experiencia en la capital y seguramente harán todo lo posible para que su permanencia en ella se alargue el mayor tiempo posible, en principio cuatro años los tienen asegurados salvo imponderables. Por tanto, no les interesa en absoluto que la fastidiosa hoja de ruta culmine porque se quedarían sin empleo y hoy en día tener un empleo, es tener un tesoro.
Sin embargo, durante la legislatura que ha terminado, los diputados de ERC y CDC no parece que hayan sabido aprovechar la oportunidad de adquirir el nada despreciable bagaje multicultural que se adquiere yendo por el mundo. En cambio, UDC lo ha asimilado tan bien que incluso ha roto para siempre jamás con CDC.
Únicamente con la perspectiva de acudir con regularidad a Madrid, el cabeza de la lista que se ha inventado CDC para camuflarse de nuevo, ha dado un oportunista vuelco de ciento ochenta grados. El otro día dijo que iría con el ánimo de dialogar, negociar y pactar habida cuenta que al independentismo le faltan vitaminas para que crezca con el verdor y exuberancia imprescindible. Aquel desgraciado “sí o sí” inicial está quedando, por fin, relegado.
Dialogar se supone que podrá hacerlo porque sus compañeros de parlamento serán personas educadas y no le dejaran con la palabra en la boca siempre que no se repita en exceso, pero, otra cosa será que encuentre alguien dispuesto a negociar y pactar, aunque, no concretó que era lo que esperaba negociar y pactar. Quizá sea algo que resulta difícil imaginar a tenor de su procedencia, pero, que sería lo más saludable para el país.
M. Riera