Soberanista, separatista, segregacionista, independentista, rupturista, secesionista. Tal como está organizado el mundo hoy en día, ninguna de estas palabras tiene un sentido positivo. Pocos podían imaginar unos años atrás que un partido catalanista moderado, CDC, acabaría haciéndolas suyas de manera tan inequívoca. Quién podía imaginar que la señora Pepita, la del tercero primera, que considera inútiles las campañas electorales y jamás ha leído un programa electoral porque ella siempre ha votado CiU y nunca se ha planteado ninguna otra opción porque de política no entiende, acabaría votando Junts pel Sí porque, según afirma con orgullo, sigue no entendiendo de política, pero, su fe en “los de casa” es inquebrantable. Si no se confía en los de casa, ¿en quién vas a confiar?, dice Pepita solemne y segura.
El señor Mas ha convertido a la señora Pepita, persona afable y bienintencionada, y sin que ella se haya prácticamente enterado, en un peligro para sí misma, pero, así es la vida y no hay que engañarse: una buena táctica de manipulación mezclada con una ignorancia estructural, consigue milagros.
La señora Carme para caer simpática a la señora Pepita y a otros muchos, gritó eufórica en el Parlament “viva la república catalana”. Sorprendió a propios y extraños que la señora Carme no estuviese en conocimiento de que algo que no ha nacido no puede vivir. Es imposible. A ningún político con cierta experiencia se le hubiese ocurrido un grito de semejante catadura. Se augura que la señora Carme tendrá problemas para otorgar al Parlament la prestancia y dignidad que una institución de su categoría requiere.
Mientras tanto, cada día que pasa la CUP se está haciendo dueña y señora de la situación y Junts pel Sí está cayendo más y más en un bochornoso ridículo, al que por correlación arrastra a 1.620.973 electores. Ahora ya no tan solo veta al señor Mas, veta incluso a consellers. Su osadía no tiene límites, aunque, cualquiera haría lo mismo si se lo permitieran. Pudiendo tener el control, ¿por qué no ejercerlo?
Hora va siendo que Junts pel Sí acepte la cruda realidad y vaya preparándose para celebrar unas nuevas elecciones en las cuales, se supone, que su candidatura no concurrirá como tampoco va a concurrir a las del 20-D. De hacerlo, sería como tropezar dos veces con la misma piedra y eso sería absurdo que le ocurriese a alguien que sueña con crear un nuevo estado. Además, Junts pel Sí está echando a perder su credibilidad y honorabilidad al repetir constantemente, incluso en un documento que intenta someter al Pleno del Parlament, que el separatismo ganó el plebiscito. Ni la CUP se lo cree cuando es un grupo tan cándido que se cree que los catalanes desobedecerán las leyes que emanan de la Constitución y del Estatut.
M. Riera