El señor consejero en funciones de economía de la Generalitat parece ser un hombre prudente y sosegado del que no se sabe muy bien si está a favor o en contra de la independencia. La impresión que ofrece es que está en contra porque se ha informado a conciencia de la precariedad en la que caería el país, sin embargo, permanece fiel a su jefe y nunca ni siquiera, por lo menos en público, ha insinuado la posibilidad de dimitir. No se sabe si en casa viendo el telediario lo ha hecho. La suposición más lógica es que lo ha hecho, pero, ha rechazado de inmediato la idea porque su lealtad es inquebrantable.
Hombres de ese talante son los que desearía cualquier jefe en su equipo, aunque, un jefe excelente es aquel que se rodea de subordinados capaces de disentir, discutir o poner en tela de juicio las órdenes recibidas. Así son presentados por las crónicas grandes estadistas como fueron el señor Churchill o don Adolfo Suárez. Los jefes excelentes son aquellos que admiten que pueden estar equivocados y saben valorar sugerencias y propuestas ajenas y tomarlas en consideración solapándolas con sus propios criterios, pasándolas por la batidora y obteniendo un producto eficiente.
El problema del señor presidente en funciones de la Generalitat, a pesar de que se ha empeñado en crear un nuevo estado en una zona del mundo en que la geografía política está más que consolidada, es que exige sumisión a sus colaboradores y está lejos de ser un estadista. El estadista nato gobierna para el 100% de sus conciudadanos, el señor presidente en funciones de la Generalitat sólo gobierna para un 35%. A medida que amplíe ese porcentaje, su nivel de estadista irá creciendo, pero, la realidad es que no demuestra ninguna intención de hacerlo y la mayoría de catalanes se sienten desamparados y con la sensación de vivir en un territorio sin sheriff y en manos de un puñado de robins hoods.
El señor consejero en funciones de economía no suele cometer deslices oratorios porque no es muy prolijo en hacer declaraciones, aunque, el otro día no pudo reprimirse y dijo que el Gobierno español no pagaba el FLA para castigar a los catalanes por haber elegido a la mayoría parlamentaria que ha elegido.
El prudente y sosegado señor consejero en funciones de economía se equivocó. El Gobierno español no castiga a los catalanes por ningún motivo, simplemente solicita a la Generalitat que cumpla con unos requisitos mínimos necesarios para transferir el FLA y el 65% de catalanes celebran esa exigencia para que los dineros no se destinen a cosas impropias como organizar consultas ilegales.
El señor consejero en funciones de economía también sorprendió a muchos ofreciendo arrodillarse o correr los cien metros lisos sin entrenamiento previo. Curiosa forma de abrir cauces de diálogo.
M. Riera