El aspecto más destacable de eso que han autobautizado como proceso independentista, es que revela la gran capacidad de los separatistas para sufrir desengaños y frustraciones y no desistir del intento.
Cada frustración o desengaño se expande allende y supone una mayor degradación de la imagen de Catalunya y de su gente, de toda su gente. Dos millones de separatistas están arruinando el prestigio y la confianza en una población de siete millones y medio de personas. Es deplorable que no se den cuenta de ello y no actúen con la sensibilidad adecuada para no perjudicar al prójimo.
Si los separatistas adquirieran la habilidad de razonar desde una perspectiva de neutralidad política, serían capaces de sospesar el daño que causa a la comunidad esa pátina mezcla de aversión, resentimiento y egoísmo con que envuelven sus palabras y sus actuaciones y que les impide entender que lo único que consiguen es aislarse cada vez más del mundo.
A los separatistas nada les sale bien, sus previsiones no pueden ser más deficientes, pero, a pesar de esa evidencia, tienen el convencimiento de que están en posesión de la verdad absoluta y que los equivocados son los otros.
No pueden aprobar unos presupuestos y en cambio tienen la arrogancia y la osadía de creer que pueden crear una república de nuevo cuño. Su prepotencia es insultante. Ni por un segundo consideran que en el referéndum por el que claman, el no también juega y tiene más posibilidades de ganar que el sí. Para ellos referéndum equivale a independencia automática y que la UE y la ONU hagan cola para que Catalunya se apunte.
Han aplaudido al señor president por la argucia de la moción de confianza (nunca se sabrá de quién partió en realidad la idea) cuando lo correcto hubiese sido darle voz al pueblo mediante elecciones. Lo único que conseguirán con la moción es conceder mayor protagonismo a la CUP y doblegarse una vez más ante ella. No era necesario esperar a septiembre. Aplazar la moción se entiende que ha sido un acto de astucia separatista cuya finalidad u objetivo se desconoce por la sencilla razón de que no ha sido explicado. ¿Qué va a cambiar de aquí a septiembre? Quizá esperan que la CUP regrese más dócil de las vacaciones. Por cierto, ¿dónde pasan sus vacaciones los antisistema? Tal vez tengan una casa de colonias okupada.
M. Riera