El joven acusado de matar a otro con una catana en julio del 2016 en Malgrat de Mar ha asegurado este lunes que lo hizo en defensa propia, porque la víctima y otro chico lo habían golpeado con una barra y lo querían «pinchar» con lo que parecía una navaja. Por eso, él cogió la catana y sin atacar nadie empuñarla y el arma se clavó sobre la víctima cuando ésta se «abalanzó» sobre el acusado. La fiscalía le pide 20 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía, en un juicio con jurado popular que ha comenzado este lunes en la Audiencia de Barcelona.
El acusado, de 23 años, explicó, sólo a preguntas de su letrado, que la noche del 5 de julio de 2016 quedó con tres amigos en casa de uno de ellos, en Malgrat. Mientras cenaban, llegó al piso la víctima, de 20 años, y su primo, ambos gitanos, cuya familia había huido de Figueres por temor a represalias después de que el padre de la víctima ingresara en prisión por haber matado a otro hombre. El acusado había visto alguna vez los dos chicos, pero no los conocía demasiado. Ambos llegaron «locos, pasados de vueltas, seguramente drogados o borrachos», dijo, gritando y reclamando al chico que vivía en el piso el mando de una videoconsola. Ambos agredieron al joven acusándolo de tener su mando, de forma «muy agresiva»
El acusado los quiso separar, a empujones, y los dos chicos golpearon al acusado. Poco después, la situación pareció que se calmaba. Pero el primo de la víctima fue a una habitación y volvió con una vara de madera con la que intentó golpear al acusado varias veces. En una ocasión le dio en la cabeza y en otra en el hombro. De repente, la víctima habría sacado de su bolsillo lo que parecía una «navaja» o un objeto puntiagudo. El acusado explicó que sabía que los dos jóvenes llevaban navajas para defenderse en caso de peleas, y la víctima habría hecho el gesto de darle al acusado, lo que provocó «miedo» al acusado, pensando que podía morir.
Este, arrinconado contra la pared, cogió una catana que tenía colgada encima del televisor, la desenfundó y golpeó contra una mesa como advertencia, pidiendo que le dejaran marchar. Sin embargo, la víctima se «abalanzó» sobre él, no sabe si «empujado» por el otro chico o porque «tropezó», y el arma que el acusado tenía cogida se clavó 30 centímetros en el abdomen de la víctima. Según dijo él mismo, el acusado no se dio cuenta de que la había clavado hasta que oyó el grito de la víctima.
«Yo no lo ataqué», aseguró a preguntas de su abogado. A continuación, el acusado dejó la catana y salió corriendo de casa. Fue a casa de su madre, pensando que la víctima no había muerto porque no pensaba que las heridas fueran tan graves. Llamó a un amigo, fue a su casa, y allí fue cuando le dijeron que el otro chico había muerto. Sin embargo, «podría haber huido», pero «quiso dar la cara», y por ello llamó a la Policía Local y después se entregó en su comisaría, por miedo a represalias contra su familia, que a pesar de ello abandonaron Malgrat de Mar durante medio año.