El mal de nuestro tiempo, y de todos, es el afán de clasificar a cada persona con el arquetipo de un tópico.
La actitud intelectual más revolucionaria es romper el estereotipo. No por capricho, sino por falso. Los tópicos funcionan porque son simplicísimos. Pongo un ejemplo que me entenderán: los andaluces tienen salero, pero conozco a quienes tienen tanta sal como la que recetan los endocrinos a los hipertensos…
El etnógrafo Julio Caro Baroja, sobrino de don Pío, de joven quiso sumergirse en el origen de las tradiciones, pero de mayor se dio cuenta que en el origen de las cosas hay pocos matices por falta de documentos. Y la verdad siempre es más compleja, necesita de matices. La vida no es blanco o negro.
No es lo mismo independentismo que catalanismo aunque, si se elige la puerta equivocada, el segundo puede llevar al primero. Los matices son importantes. No recuerdo quien dijo que la importancia de una obra de arte está en el cuidado del detalle, por eso para ver hay que saber…
El autor Miguel Mihura decía que la diferencia entre el humor y lo cómico en una obra de teatro es que en lo cómico el espectador sale a la calle sin nada dentro. Simplemente, ha pasado un buen rato. Con una obra de humor, sale con una muesca en el corazón. Sale con algo dentro.
No es lo mismo una película romántica que una de amor. Una película de amor es lo que abunda en el cine americano: Pretty woman o Oficial y Caballero. Una romántica es Titánic o Love Story. El final feliz o el final trágico es lo que distingue a una de amor de otra romántica, que el espectador salga alegre o compungido.
No es lo mismo la mentira que la falsedad. La mentira es una falsedad lanzada a conciencia. Es lo propio de las malas personas. Una falsedad es otra cosa: es un error, una tergiversación, una falsa interpretación. La mayoría de los independentistas no mienten, se han creído una mentira. No son malas personas. Lo son quienes mienten a los demás para conseguir su objetivo.
España nunca trató a las Indias Occidentales como meras colonias, aunque a efectos prácticos lo era. Eran virreinatos con sus virreyes igual que en la península, y en la primera Constitución liberal de 1812, la de Cádiz, decía en su artículo uno: La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Y en esas Cortes gaditanas estaban presentes los criollos que diez años después se emanciparían…
Pues, si antes había que distinguir entre nacionalistas y separatistas, y aún hoy debemos continuar haciéndolo, si nos fijamos en Unió Democrática de Catalunya que ha roto con los neo independentistas de Artur Mas; mucho más ha de hacerse entre los catalanistas y los independentistas. El mejor espejo lo vemos en el PSC tras ser obligado a romper, por los acontecimientos, con la histórica doble alma que arrastraba desde su fundación en 1976…
Pero para ser catalán de nacimiento, como el cualquier otra comunidad del mundo mundial, hay que haber nacido en Catalunya. Te puedes permitir el lujo subirla al altar de lo sagrado; quererla sin más porque es el lugar del mundo en el que tienes tus raíces (el sentimiento más común), o incluso puedes ser crítico y proclamar a los cuatro vientos que no te gusta. O te declaras ciudadano del mundo para el que las fronteras no dejan de ser cicatrices de la Historia abonadas en sangre. No por eso vas a dejar de ser catalán, asturiano o ruso…
De hecho, el mejor patriota es quien, amando a su patria, dice ‘Catalunya o España, da igual, no me gusta como es, por eso la crítico, porque quiero que sea mejor”.
Esta crítica doliente es, en realidad, la que más amor reverte, porque tiene afán de perfección.
No sé si me he sabido explicar.
Roberto Giménez