A medida que ha ido avanzando el denominado Procés ha ido quedando evidenciado que este está sustentado sobre una montaña de mentiras. Una pila inmensa de falsedades que están encaminadas a explicar el cuento de que Catalunya puede romper con España, de una forma dulce, sin que nadie sufra ninguna consecuencia negativa; como si lo de fracturar un país consolidado fuera algo tan fácil e indoloro como cortarse las uñas.
Nunca ha sido así antes en la historia y previsiblemente tampoco lo sería ahora.
La gran relevancia que esta mentira tiene en la propaganda de las formaciones que patrocinan Junts pel Sí es lo que provocó la ruptura de Unió – que apuesta por un catalanismo con seny – y lo que está separando a marchas forzadas la lista de Artur Mas de millones de catalanes. Las personas más humildes son cada día más conscientes de que serán ellos son los que pagarán el pato de esta aventura rupturista si progresa.
Cuando las aventuras como la actual se estrellan no son los políticos que las impulsan, ni los altos funcionarios que les hacen de palmeros, ni siquiera los empresarios que dependen de las concesiones públicas, los que sufren las consecuencias. Son todos los demás: los pensionistas, los funcionarios, los pequeños comerciantes y ahorradores, los trabajadores, los dependientes…Incluso lo sufrirán la mayoría de militantes y simpatizantes bienintencionados que ahora jalean a los promotores de las aventuras insensatas.
Para todos ellos, por ejemplo, podría tener consecuencias catastróficas que Catalunya, al salir de España quedará inmediatamente fuera de la Unión Europea.
El cataclismo económico que conllevaría eso previsiblemente dejaría en ridículo la crisis que hemos padecido desde 2008 hasta ahora. Y a estas alturas todo el mundo es consciente de lo que nos ha traído esta crisis en merma de nuestra calidad de vida. Pensar en que todo ese efecto negativo podría multiplicarse en una Catalunya independiente pone la piel de gallina.
Y no estamos hablando de una falsa amenaza como podría ser decir que las siete plagas de Egipto caerán sobre Catalunya si es independiente, sino de una auténtica espada de Damocles de las que nos han advertido voces más que autorizadas.
¿O es que acaso no lo son Merkel, Cameron o Barroso?
Sorprende ver como los integrantes de la Lista de Mas (Junts pel Sí), pese a todas las advertencias de líderes europeos de primera fila, siguen en sus trece y mantienen la falacia de que eso no pasará y que el proceso de independencia de Catalunya será inodoro, indoloro e insípido.
Tanto insisten en estas falsedades que ya han llamado la atención por ello fuera de nuestras fronteras.
Hace unos días, alguien ajeno a nuestras batallitas ibéricas, el presentador de la BBC británica, Stephen Sackur, le reprochaba al cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva lo siguiente:
“¿Para qué una democracia madura funcione correctamente, los políticos deben ser honestos con la gente. ¿Por qué usted y los otros líderes de su coalición no han sido honestos con la gente sobre las consecuencias de la independencia para Cataluña en la UE? Ustedes dicen que pueden fácilmente ser miembros tras la independencia pero este no es el caso y ustedes lo saben”.
Una vez más hay que quitarse el sombrero ante el periodismo público anglosajón. Su capacidad para ver las cosas con claridad es envidiable y sus preguntas más que pertinentes: ¿Por qué no son honestos con la gente?
Jordi Abayà