
Este artículo interesará a quien le guste conducir la vida con luces largas: el político acostumbra a usar las cortas. Pero no se asusten, huyo del aburrimiento así que empiezo con una frase que les sorprenderá, pero bien cierta: España es la nación más europea del viejo continente, junto con Portugal, porque el resto de Europa no luchó para serlo. España tuvo que poner empeño, y al hacerlo se descubrió a si misma, que no es poco.
Todos sabemos que los romanos dieron el nombre a este mar nuestro: Mediterráneo, mare nostrum. Sí, era el mar de Roma porque toda su ribera estaba conquistada y romanizada, desde Siria hasta Hispania; y lo estuvo durante siglos, veinticinco generaciones, sin interrupción. Así fue como en la antigüedad lo que hoy llamamos Oriente próximo y el norte de África era más Occidente que el norte de Germania o los países escandinavos…
Empero, en el siglo VII esa realidad política, social y cultural se rompió por la irrupción en la Historia de los musulmanes que se extendieron rápidamente por los territorios romanizados de la otra orilla.
En 711 atravesaron el mar y en sólo tres años conquistaron la España visigótica. El primer reino independiente de la antigua provincia romana.
Sin embargo, en la vieja Hispania ocurrió algo que no pasó en las provincias africanas de Roma (Mauritania Tingitana y Mauritania Cesariense): Que tras la conquista sarracena despertó en Hispania la conciencia de la España perdida, y algo más: que había que recuperarla. Fue la llamada Reconquista. Por eso cuando el dos de enero de 1492 Isabel y Fernando entran en Granada es esa idea de la España perdida la que, por fin, se ha recuperado o reconquistado.
Esta actitud de rebeldía y tenacidad histórica contrasta con la africana, incluso es antagónica con la turca. Asia Menor, actual Turquía, que había pertenecido a Grecia y fue tan romanizada como Hispania, patria de Herodoto, el padre de la Historia como materia de estudio, y el protagonista de la Ilíada de Homero, la epopeya de Troya, primer poema de la cultura europea. Esa península nunca quiso volver a ser como la península ibérica, ser Occidental. Volver a ser lo que fue. España luchó para volver a ser lo que había sido. Nadie se lo regaló.
Si visitan la espectacular Mezquita de Córdoba, descubrirán en su zona central una catedral barroca levantada sobre los cimientos de la vieja catedral visigótica de confesión católica. Es el símbolo de una permanencia histórica que se niega a quedar sepultada por la cultura oriental, como pasó en Asia Menor o en las provincias mauritanas del norte de África.
Así, España es la más occidental de los países de Occidente en un sentido pleno, no sólo geográfico sino cultural, económico, social y político… Luchó por serlo y lo consiguió. Por eso se me antoja tan injusta la frase atribuida a algún negro de Alejandro Dumas de que África empezaba al sur de los Pirineos…
Esta idea de la España perdida, esa idea de España es previa a todas las partes que hoy la integran: es anterior a Castilla y Catalunya. Es una idea de nación como proyecto de vida en común, antes que Ortega y Gasset diera con la frase exacta, o que los pensadores románticos hubieran dado con el sentido de la palabra nación.
España lo era antes que la palabra fuera inventada.
Roberto Giménez