Para empezar a hablar del tema que quiero tratar debo explicar una anécdota. Esta me la explico mi buen amigo, y que Dios lo tenga en su seno, Alfonso Carlos Fal-Conde Macías. Su padre fue el máximo representante del Carlismo durante años, en los tiempos de la monarquía de Alfonso XIII, República y guerra civil. Se llamaba Manuel Fal Conde. Pues bien, mientras luchaba contra las imposiciones franquistas montó la llamada Editorial Tradicionalista. Enclavada en Sevilla editó los libros de Mechor Ferrer y de otros autores e hizo una gran labor en pos del Carlismo. En los años sesenta apareció un joven llamado Josep Carles Clemente. Como que la historia del Carlismo de Oyarzun se había publicado antes de la guerra civil, quería editar otra más actualizada. Y se lo pidió a Clemente. Este la escribió y en la primera línea se podía leer: “El Carlismo se hizo monárquico porque en esa época reinaba la monarquía, de haber existido una república hubiera sido republicano”. Fal Conde guardó el manuscrito y nunca vio la luz, como no podía ser de otra manera.
Y es que hubo una época en la cual se confundió lucha antifranquista, socialismo, pensamiento de izquierdas y Carlismo. Si bien es cierto que el Carlismo estuvo siempre en contra de Franco, desde 1937 con el decreto de Unificación, no es menos cierto que nunca este movimiento político y social fue de izquierdas. Ante todo Católico, Apostólico y Romano. Después la Patria y, al final el Rey. Y, claro, un sector izquierdista se planteó, con un pretendiente a la cabeza, idear una película llamada Partido Carlista, que en nada tenía que ver con el Carlismo. Es más, se bautizaron como socialdemócratas, autogestionarios y federalista. Es decir, el mismo pensamiento que los socialistas europeos –y algún comunista- de la Europa de mediados de la década de los sesenta del siglo pasado.
Dentro de este conglomerado encontramos personajes como Hugo de Borbón-Parma –lo de Carlos es un añadido a posteriori-, sus hermanas mayores Teresa, Cecilia Maria y Maria de las Nieves, Carlos Carnicero, Josep Carles Clemente, Joaquin Cubero, el padre jesuita Juncosa, o Ferran Lucas –entrevistado recientemente en la Contra de La Vanguardia-. Recordemos que cuando falleció Javier de Borbón-Parma –padre de Hugo y sus hermanas- su madre Maria Magdalena de Borbón-Busset les impidió el paso para velar el cuerpo de su padre recién fallecido.
En líneas generales mancharon el buen nombre del Carlismo. Se adscribieron a él para, como dicen, luchar contra Franco. Una gran mentira. Nunca fueron carlistas y en su seno más interno eran socialistas o, simplemente de izquierdas. Como dijo hace años un viejo carlista: “no hicimos una guerra para pasar ahora a ser rojos”. Y esta es la pura realidad. Si bien Javier de Borbón-Parma fue un hombre noble y entregado a una causa que no entendía, Hugo de Borbón fue un advenedizo que intentó sobrevivir y que nunca puso ningún impedimento para que su primo, Juan Carlos de Borbón, llegara a ser rey de España.
Todo lo demás es palabrería de algunos para justificar lo injustificable. Y lo digo por la entrevista aparecida en La Vanguardia
Con todo mi respeto al señor Victor M. Amela, lo que dice el señor Lucas forma parte de una idea que en nada se parece a los ideales de Dios-Patria y Rey. O dicho de otra manera, a aquellas palabras que escribió Josep Carles Clemente y a las que me he referido al principio.
El señor Lucas dice que tienen 183 años de existencia. Miente. Los valores del Carlismo los desconoce y nunca ha sido fiel a ellos. La verdadera esencia del Carlismo,la de defendió en Cataluña el duque de Solferino o Mauricio de Sivatte durante el franquismo –el cual siempre renegó de Hugo de Borbón-Parma y sus seguidores- está condensado en el pensamiento político de Carlos VII. Ese gran rey carlista sintetizó la esencia del carlismo aqui.
Esa es la verdad. Todo lo demás son variaciones sobre un tema que en nada se parece, ni nunca se parecerá, al verdadero y único Carlismo.
Carles Anfruns
Mataró