El 8 de marzo, pasará a ser un hito en la Historia de España. No en vano, millones de mujeres –junto a miles de hombres-, salieron a la calle a reclamar sus legítimos derechos que, paradójicamente tendrían que tener garantizados en un Estado social, democrático de derecho ( art. 1.1 CE.) que incluiría la igualdad ( art. 14) y la misma justicia ( art.24); derechos estos, que además son de “especial” protección, por ser derechos fundamentales al estar inmersos en el Cap.II de la Carta Magna, susceptibles de recurso de amparo al TC.; sin obviar el esencial derecho a la vida, integridad física, dignidad y moral (art. 15), y que la propia cruda realidad, demuestra que no se cumple por el notorio alto índice de mortalidad, y que tristemente se da precisamente en el propio ámbito familiar y doméstico.
La situación española aun así, no es ni de lejos, peor que en otras sociedades aparentemente incluso más avanzadas; puesto que la de la mayoría de países tercermundistas – aunque en realidad algunos estén industrializados-, en ese esencial aspecto humano, mejor ya ni hablar. Veamos las principales reivindicaciones:
1.- La desigualdad en la remuneración laboral: países como Alemania, esa desigualdad aún es mayor (25%) ; similar respecto a España estaría Inglaterra e Italia, así como otros países del entorno de la U.E.- excluyendo a los países del Este-.
2.- La muy diferente representatividad que tienen en los cargos directivos empresariales públicos y privados; partidos políticos y gobierno.
3.- Violencia de género: Muy inferior a Inglaterra, donde se da una media de dos muertas por semana, ( aunque no salga morbosamente en la prensa como ocurre en nuestro país), escalofriante cifra que incluso superan Alemania y países del Norte de Europa, donde inexplicablemente los varones, no soportan que ellas ganen más laboralmente, aspecto que aparentemente parece del género tonto, y que dice mucho de la cultura machista en que sigue impregnada también esas sociedades al “ fallar el sistema educativo y familiar”, problema al que las mujeres, paradójicamente no son ajenas a la hora de ejercer su papel de madres al criar a sus hijos por seguir precisamente un inconsciente “patrón”de masculinidad socialmente imperante. El grado de consumo de alcohol de estos países, es otro factor determinante; y por supuesto, no nos engañemos, el factor de los “celos” masculinos ligado a la idea de preservar su procreación, ego que habita en el cerebelo del hombre desde los ancestros. Respecto a las muertes en los países subdesarrollados, de los pocos que se atreven a dar cifras, mejor ni hablar, pues son estadísticas ya terroríficas.
Por todo ello, matizar que no fue una reivindicación de simple “género” y si de “mera humanidad”, en el contexto de una inexplicable anomalía histórica, pues no olvidemos por ejemplo, que los anteriores propios esclavos, obtuvieron el voto antes que las propias mujeres de los mismos legisladores históricos,( algo así, como si durmiesen con su propio enemigo); derecho esencial de voto que para poder ejercerlo, requirió un muy dilatado espacio de tiempo reivindicativo en el propio mundo anglosajón pionero, conflicto no exento incluso de suicidios de algunas líderes femeninas. Aún sin acudir a la historia, basta ver la penúltima titularidad de la propia presidencia del gobierno de EE.UU, pues se podría deducir una analogía similar pese al evidente racismo latente en dicha sociedad supuestamente avanzada.
Craso error pues, la del españolito desorientado que en esa manifestación creyó ver una novedosa y peligrosa revolución, un sorpresivo ataque de las féminas a los pilares supuestamente masculinos imperantes, pues se observa claramente que el galimatías, dura desgraciadamente muchas generaciones; día en que las redes sociales se colapsaron de esas tan diferentes y a la vez contradictorias emociones femeninas-masculinas dispares, a lo que se sumó la clásica flema del humor, -unos disfrazados de aparente machismo, y otros sin disfraz alguno-; ello, sin olvidar el oportunismo político mayor o menor de los partidos a la caza del furtivo voto. Hasta incluso, el propio momento de ejercer ese lógico derecho parecía inoportuno, pues existía una apatía generalizada del ciudadano hacia mil discordancias políticas ilógicas previas que nos tienen ya saturados y aburridos como resultado directo de una visión de un sector minoritario antisistema, que no olvidemos, intentó usar y monopolizar, y de hecho, perjudicó la imagen de esta manifestación reivindicativa laboral, social y política. Era digamos, como la tormenta perfecta final, que originó una serie de razonamientos, unos lógicos, otros ilógicos, pasionales, subjetivos y viscerales; el caos en suma, que dicho sea de paso, me animó a escribir este artículo.
Decir que pese a una visión negativa de algunas feministas de este acontecimiento de ámbito internacional, deben reconocer que tuvo “el éxito óptimo e ideal ”, pues se evitó que se convirtiera en una huelga total con las consiguientes pérdidas económicas, más las críticas y recelos del sector empresarial pese a tal legítimo actuar, y al mismo tiempo, sirvió para su objetivo fundamental: mentalizar a la generalidad de la sociedad de dichos anacrónicos problemas sociales aún a superar en pleno S.XXI.
El tema de la ignominiosa mortalidad, solo tiene una solución, educación, mucha educación desde la más tierna infancia, desde la propia guardería, y por qué no, una mayor implicación, ya no sólo de los padres, sino de las propias “madres”, esas que disfrutan criando” el machote” de la casa. A su vez, el Estado en su esencial y obligatoria función social, debe promover las condiciones para la libertad e igualdad del individuo y grupos, sean reales y efectivas, removiendo así obstáculos que impidan o lo dificulten (art. 9 CE.); debe ser capaz de educar al hombre en una “respuesta no violenta” ante una hipotética infidelidad, aspecto que las mujeres ya tienen por propia naturaleza, por eso existe el dicho: “los hombres crean leyes, las mujeres modales”.
Obsérvese, por citar un ejemplo, que a los diplomáticos se les instruye especialmente en dicho esencial control personal de esas emociones, puesto que en ello, podría estar en juego la imagen exterior, incluso la propia seguridad nacional; o más sibarita, pues incluso aunque de una forma más tosca, en la propia Esparta, su peculiar creador Licurgo, inculcó a sus ciudadanos – aún a precio de pagar con su propia vida- la ridiculez de tener esos celos, todo en aras a alcanzar una supuesta raza superior, “pastor este de lobos”, que tuvo muchos sucesivos adeptos, y por increíble que parezca, aún hay peligrosos románticos pardillos propensos a seguir estas ideas, y no digo más, pues ¡después se me enfadan los supuestos aludidos!.
El cuanto al tema de la igualdad salarial, ninguna ley, -incluyendo el propio Estatuto de los Trabajadores, convenios..- permite la posibilidad de pagar menos a una trabajadora. Si es verdad en honor a la verdad, que en las estadísticas globales, no se deslinda nítidamente en qué medida influye el menor horario laboral de la mujer por implicarse más en el cuidado de la familia y otros varios factores que influenciarían con toda certeza y en gran medida en esa brecha salarial. En el resto de las vías del hecho ¿ cómo se solucionaría?, fácil, con una efectiva y contundente sanción económica y personal en el Código penal que parece nadie está por la labor dentro de esa doble moral social del digo, Diego., puesto que si bien, está tipificado ( art. 311. 1º CP: el engaño al imponer condiciones laborales que restrinjan derechos legales, convenios o contratos cuya pena sería prisión de 6 meses a 6 años y multa de 6 a 12 meses; art.314 CP.: en cuanto a grave discriminación en el empleo por razón de su sexo, pena que implicaría prisión de 6 meses a 2 años o multa de 12 a 24 meses); la realidad judicial, nos dice que no se usa tal vía penal, en parte por ser la “última ratio” al ser preferente la jurisdicción laboral, por lo que se reservaría para ataques más graves al “bien jurídico protegido”, en este caso la igualdad de salario y género. También porque el propio derecho laboral tiene prevista una acción ante un ataque a esos derechos fundamentales.
De seguir esta dinámica laboral, nos llevaría a lo paradójico de compararlo a un extranjero que acaba de llegar indocumentado, que siendo contratado ilegalmente (art. 311.Bis.a)) el empresario causante, sería castigado con pena de prisión de 3 a 18 meses o multa de 12 a 30 meses,-lo que si efectivamente ocurre-, por lo que irremediablemente, esa persona sin papeles estaría al menos en ese aspecto, más amparado penalmente que un ciudadano nacional, y paradójicamente sería por causa precisamente de uno de los pilares del propio derecho penal: “la última ratio”.
No hay que olvidar de nuevo, la necesaria implicación obligatoria del estado social de contribuir con más medios económicos a hacer viable esa deseable, necesaria, e incluso obligatoria “conciliación familiar”, ya no solo de horarios – tipo Europa-, también en las cargas que deben soportar las pequeñas y medianas empresas – que representan casi la práctica totalidad del empleo- tendente a sufragar esos gastos adicionales que representa la maternidad y posterior lactancia, pues ya es lamentable, que hasta hace unos años, era catalogada laboralmente como “una mera enfermedad”. Racionalización, ecuanimidad y lógica social que debe prevalecer para evitar actualmente por mera “razón de estado” para no darle la razón a los antisistema, y a los que buscan en esos ilógicos vacíos, como excusa para destruir nuestra misma nación. Lo mismo cabe predicar de la necesaria e inexistente política en vivienda mínimamente seria, pues en su racionalización radica nuestra propia continuidad, pensiones…..
El tema de la paridad, es una mera cuestión de aplicar con plena efectividad las normativas legales existentes, sin merma lógicamente del factor capacidad individual, a la cual no es ajena la mujer, ni creo que a estas alturas se discuta o pretenda cuestionar.
La mujer en definitiva, sencillamente reclama el puesto que legítima y legalmente le corresponde en nuestra sociedad, y esta, debe otorgársela sin ningún género de dudas; sin que ello represente deterioro alguno para la arraigada y clásica flema humorística masculina a la que no estamos dispuestos a renunciar por machista que sea, pues el gallo, debe seguir imperando aunque sea en nuestro particular rinconcito del gallinero, pues el huevo, aunque tengamos parte en él, no olvidemos pertenece esencialmente a Afrodita, a Eva en definitiva.
Por cierto, en base objetiva a las estadísticas, dejémoslo claro: el hombre latino, en este aspecto demuestra ser muy superior, abierto y humano que el anglosajón y del resto de la generalidad de los habitantes del Norte de Europa, quienes como antaño en la leyenda negra, pretenden invertir e ignorar también ese mayor respeto nuestro hacía las mujeres que desde siempre profesamos, por lo que jocosamente se podría decir que la pica de la caballerosidad no está precisamente en Flandes. Aunque jocosamente podría estar en Waterloo.
José Manuel Gómez